Diario de viaje: día 8

Seis de la mañana, dilema: ¿me baño?.

El hospedaje que tome el día anterior no tenía agua caliente y el agua en provincia, lo saben señores, es agua helada, ¡alalau chiri!, ni modo, estamos preparados para la guerra así que a congelarse un rato. Fue la mejor opción, me despertó como diría Cantinflas "icso jacto", pero rapidito nada más por qué estaba bien helada el agua.

Listo, salí y me fui a la calle Pavitos, de ahí salen las minivan a Urubamba y por seis soles te llevan en una hora y media. Todo bien, disfrutando como siempre de los paisajes.

Ya en Urubamba la agencia aún no abría, llegue como a las ocho y cuarto, aproveche para desayunar y ya saben, en provincia es segundo de desayuno.

Al los lados de la avenida Ferrocarril hay algunas señoras que venden desayuno, me acerqué y pregunté: ¿qué hay seño?; hay desayuno caserito, arroz con pollo, revuelto de patita y frejoles con malaya... yo solo pensaba:¿revuelto de patita?... que nombre tan particular... será como la patita con maní que prepara mamá...¿revuelto?... ¿revuelto con que?...¿patita de res o de chancho?... ¿será rico?... debe ser rico... ¿tendrá café?, seguro viene con arrocito... ¿será jugoso?... si... debe ser jugoso...

¿Que le sirvo papi?... me despertó la pregunta, la señora, lugareña típica me estaba mirando cucharon en mano esperando mi respuesta: ¡revuelto de patita!.

Lo mejor de lo mejor, un plato contundente y delicioso, que más se puede pedir, ¿café?; no papi, tengo matecito nomás, de hierbitas, sírvete nomás papi, ahí está el vasito; y me dio un vasito de plástico para servirme. Ya estaba con mi revuelto de patita calientito y a pesar que había sol, hacia frío así que lo mejor es darle vuelta mientras este calientito, me servi matecito y calientito en tanto frío que rico que entra.

Ya basta de placer, termine y me fui a la agencia y espere todavía a que abran a las nueve en punto. Muy amable la gente de Cusco, todos por igual, te ayudan cuando lo necesitas. Termine aquí y a dos cuadras tome mi carro rumbo a Quillabamba que está a tres horas. Estoy sentado al lado del chofer, es un auto y me acabo de dar cuenta que no he preguntado cuánto me vale cuanto me cuesta el pasaje a Quillabamba.

La gracia me salió cuarenta soles por tres horas de viaje, ni modo pues, por no preguntar antes, luego preguntando me enteré que cobran treinta y cinco.

Pero la verdad, el viaje estuvo entretenido, conocí a Eugenio, el chofer, muy amable y jovial, hablamos de todo, de política, de los maestros, de los viajes, de mi trabajo, de su trabajo.

Fue así como descubrí que Eugenio cultiva seis hectáreas de Cacao y está buscando compradores para su mercadería. Si alguien sabe algo, me avisan y les paso sus datos.

Nunca me cansare de decirlo, lo más gratificante de hacer este trabajo es que permite conocer gente y lugares, hermosos paisajes que de verdad, solo apreciarían su belleza viéndolos con sus propios ojos.

Llegue a Quillabamba y corre que corre por qué aún falta Machupicchu, terminé, un rico cevichito y a buscar los autos para el siguiente punto. Por quince soles y una hora y media aproximadamente de viaje te llevan a Santa Teresa que es donde se llega para comprar los pasajes en tren en el tramo de Hidroeléctrica a aguas Calientes, que nos cuesta a los peruanos solo cinco soles.

Bien, ahora rumbo a Hidroeléctrica saliendo por un camino de trocha de una sola vía, en más o menos media hora y por cinco soles llegamos a la estación del tren, ya la gente estaba haciendo cola para subir a sus respectivos vagones. El tren salía a las cuatro y media y todo estaba bien hasta que empezaron a abordar los vagones.

A pesar de la cola existente, me avergüenza decirlo, en Perú existe la cultura de las mujeres, los ancianos y los conchudos primero, a pesar de tener asientos numerados, la gente se desespera por subir y eso que el tren estaba apagado.

Qué feo, todos encima de todos, 56 asientos por vagón, pero parecía una multitud por qué todos querían subir a la vez.

¡Arrancó el tren!, con ese suave balanceo empezó el tramo por cuarenta y cinco minutos, hora de maquinista, rumbo a aguas Calientes, donde culminaré mis trabajos en Cusco.

Llegue a Aguas Calientes a eso de las cinco y cuarto y no sabia si comprar mi pasaje de regreso o ir primero a la agencia y terminar de una vez en Cusco. Decidí terminar de una vez con la agencia que faltaba. Error. En la agencia terminando la chamba le pregunté al vigilante donde compraba mis pasajes y me miró sorprendido, ¿que no has comprado tu pasaje de regreso?, me miró como cagándose de risa para adentro, ya no vas a encontrar, me dijo, ándate ahorita a comprar a ver si consigues, me indicó donde podía comprar, si no consigues vas a hacer tu cola por allá pasando el mercado pero lo más seguro es que llegues al último tren de las nueve y cincuenta. Y yo con cara de novato viajero, me fui corre que corre a ver si encontraba, pero ya estaba agotado en todos los horarios. Regresé donde el señor vigilante para decirle que ya no había y me dijo: corre ahorita has tu cola para que encuentres tu pasaje si no ya sale mañana a las cinco de la mañana.

Yo preocupado por que tenía que irme a Abancay, me fui corriendo con mi cajita para encontrarme con una cola enorme que empezaba en la boletería del tren, cruzaba todo el mercado y terminaba atraaaaaaaaaaaaassss... recién daban las seis así que tuve que hacer mi colita con la idea de avanzar y encontrar cupo al tren de las nueve y cincuenta. Seis... siete... ocho... la gente empezó a ponerse tensa y como perritos rabiosos ladrando a todo extraño que se acerque a la cola, ya estaba por terminar las ocho y entraba las nueve, el penúltimo tren ya había llegado y estaba por partir, la cola no había avanzado ni a la mitad. Tenía dos opciones: quedarme en Aguas Calientes y partir al día siguiente a Ollantaytambo o comprar un pasaje de turista para salir en el último tren.

Lo confieso, hubiera preferido quedarme y descansar un poco ya que tenía el cuerpo matado de viajar todo el día, pero, si salía recién al día siguiente, no llegaría a Abancay antes de la una de la tarde y desperdiciaría el día.

Tuve que comprar mi boleto de turista y aunque mi cliente no pague el precio, mi trabajo me exige cumplir con el, así que salí en el último tren con el pasaje de turista que es bastante versus los diez soles que normalmente se paga por ser peruano para regresar en tren, que dicho sea de paso, es el único medio de transporte que une a Aguas Calientes con los alrededores. Aunque me suena extraño y poco creíble, es lo que se dice aquí y no hay otra opción.

Así que estoy ya en el tren, rumbo a Ollantaytambo y ojalá tenga suerte y encuentre movilidad a Abancay.

Bueno, al menos me dieron tecito y piqueos.

Llegue a Ollantaytambo y solo había movilidad para Cusco, me cobraron diez soles, así que regreso al centro y dormiré en el terminal para salir a primera hora a Abancay.

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